Mi Venus de marfil te agrietas Por las crueles cinceladas de la vida. El fuego de la pasión ha muerto Y sus cenizas se enredaron en tu pelo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza; déjame que me caye con el silencio tuyo. Me voy, estoy triste, pero siempre estoy triste. Vengo desde tus brazos, no sé hacia donde voy. Desde el umbral a la luz miro el trágico jardín de nuestra existencia. Y te observo mi árbol ajado, sufrir los azotes del constante otoño. En cada hoja se va un recuerdo, la desmemoria cabalga sobre el viento. En cada fruto un dolor, que se alejó flotando en agua de lluvia. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza; déjame que me caye con el silencio tuyo. Me voy, estoy triste, pero siempre estoy triste. Vengo desde tus brazos, no sé hacia donde voy.